jueves, 10 de mayo de 2012

¡Los leones siempre rugen!

Los que me conocen saben perfectamente de mi afiliación culé. Los colores del F.C.Barcelona corren por mis venas desde que era muy de pequeño, mi padre me llevara al Camp Nou y me enamorara de aquel futbolista de pelo largo que jugaba siempre con tobilleras blancas, Johann Neskens. Desde entonces sigo a mi equipo con pasión, nerviosismo, sufrimiento y alegría, vamos, nada que los que seáis futboleros no sepáis. 
Pero siempre, aparte de tu equipo, has simpatizado con otros colores por las más variopintas razones, en mi caso ese equipo siempre ha sido el Athletic Club. Quizás porque mi padre, el responsable de mi amor por el deporte rey, también lo era. Le recuerdo citando jugadores que yo por edad me perdí como aquellos míticos Iriondo, Zarra, Venancio, Panizo y Gainza y más tarde siguiendo los resultados del Athletic a la par que los del Barcelona. Los colores rojiblancos han estado siempre presentes en mi casa y eso, que duda cabe, te va marcando. 
Luego te enteras de su filosofía de jugar siempre con jugadores de la tierra, de que aún así han sido los únicos junto a los dos grandes en militar siempre en la primera división,  te familiarizas con la épica de San Mamés, van saliendo más y más jugadores con los que te vas identificando (desde Iribar hasta Julen Guerrero, pasando por Zubizarreta, Uriarte, Sarabia...) y casi sin darte cuenta eres del Athletic. 
Ayer lo pasé mal, aún reconociendo que el Atletico hizo un muy buen partido (veremos lo que dura Falcao en el Vicente Calderón) y felicitando de corazón a todos los colchoneros, tenía una enorme ilusión de que al fin el Athletic consiguiera su primer título europeo. 
Lo merecían más que nadie, su temporada ha sido buena, excelente diría yo, pero su participación en la UEFA ha sido brutal, para el recuerdo la eliminatoria contra el Manchester United, eso no nos lo quita nadie.
Ver las lágrimas de Toquero, Muniain o Llorente me llegó al alma, pero casi todos ellos son jóvenes, vendrán más oportunidades de hacer algo grande, lo próximo otra final, esta vez con el equipo de mis amores, y ahí, sintiéndolo mucho, no seré rojiblanco. Hasta entonces un abrazo a todos los leones, seguro que volverán a rugir.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Es sólo rock'n'roll...

A menudo esos conciertos de última hora, a los que te apuntas por la recomendación de un amigo o simplemente porque te salta el instinto y decides ir porque sabes que puede ser una noche para el recuerdo, son los que más se te quedan grabados. 
Recuerdo una fría noche de un miércoles invernal, cuando un par de colegas y yo nos fuimos a Sant Feliu a ver a una banda de la teníamos buenas referencias. Hacía un frío brutal, el concierto estaba a hora y media en coche, y al día siguiente había que levantarse a las cinco de la mañana, pero algo nos decía que teníamos que ir hasta el Atzavara Club y ver que tenían para ofrecernos esos tal Cherry Valence a los que no habíamos escuchado, pero que tenían loco a más de un amigo de fiar. 
El bolo fue espectacular, con una banda dándolo todo ante una reducida audiencia de unas cuarenta almas, todavía hoy, más de diez años después, tengo esa noche grabada a fuego en mi cabeza. 
Ayer mismo volvió a ocurrir algo parecido, mi amigo Manel Celeiro, como en otras ocasiones, ya nos había puesto sobre aviso en su blog, un vistazo a unos vídeos y mi conciencia gritándome que a qué esperaba, que aquella noche podíamos volver a sentir la magia del rock´n´roll en su máxima expresión, compartí esas sensaciones con un par de amigos y camino al Rocksound. 
Lo que vivimos en nuestra sala favorita no se puede explicar con palabras si no conectas con este mundo, un tipo con una guitarra acompañado de un batería, pateándonos sin piedad a base del más puro y salvaje rock´n´roll que se puede hacer en la actualidad. Porque sí amigos, este menudo canadiense llamado Rich Hope, aúna en su persona a Elvis, Muddy Waters, Son House, Charlie Rich, Jon Spencer, Hound Dog Taylor, Rolling Stones, Bo Didley, Robert Johnson, Jerry Lee Lewis, The Sonics, Howlin´Wolf, George Throogood, Kim Salmon y tantos otros íconos de nuestra música, y poco, muy poco, le importó que no fuéramos demasiados los que nos reunimos allí, el tipo se dejó el alma con un show de casi dos horas que dejó a todo el mundo extasiado. 
Es una lástima que gran parte del público apueste casi de forma exclusiva por la opción de los festivales, dejando estos sudorosos conciertos de club casi huérfanos de espectadores, porque es en en estos santuarios donde a menudo se puede disfrutar de la más pura esencia del rock´n´roll. 
Por cierto, su disco, "Whip It On Ya", igual de recomendable que su directo.