domingo, 10 de febrero de 2013

Hasta los huevos

Llevo tiempo macerando el cabreo, y prometo que trato de ser comprensivo y paciente cuando se trata de presenciar un concierto en directo, pero la paciencia a veces, se acaba. Son muchos los años yendo a bolos, en salas, pequeños clubs, pabellones, estadios, festivales, discotecas, garitos que parecen zulos, de todo... y por supuesto las he visto de todos los colores, desde borrachos más pendientes de mantener el equilibrio que de lo que pasa en el escenario, hasta peña que te cae encima sin saber siquiera de donde han venido. Todos los que vais regularmente a conciertos sabéis de lo que hablo, y no me quejo, esas son las cosas del directo, y si te molesta recibir algún golpe o sufrir ciertas incomodidades, mejor te quedas en casa. Pero de unos años a esta parte viene proliferando una práctica con la que sinceramente no puedo, y encima cada vez son más. Los avances tecnológicos en móviles y demás, han hecho que cada uno de nosotros saque el fotógrafo que al parecer todos llevamos dentro, y si antes estábamos acostumbrados sólo a los profesionales, ahora las primeras filas están plagadas de peña haciendo fotos a saco. Ningún problema con eso, a todos nos gusta tener un recuerdo, y hay que decir que la mayoría son bastantes respetuosos con el resto del público intentando no tapar la visión. Pero siempre hay unos cuantos que no, que no se conforman con tener las instantáneas de rigor, y se pasan todo el concierto cámara (o móvil) en alto grabando de principio a fin, sin importarle el que está detrás sufriendo su evidente falta de modales. Luego ves esas grabaciones en Youtube donde, como no, ni se ve ni se escucha nada. 
Estos últimos días han sido prolíficos en conciertos, el jueves Buffalo Summer, el viernes Rhino Bucket y el sábado Crucified Barbara, y allí estaban impasibles e inagotables al desaliento, con sus camaritas y comentando con el de al lado lo chulas que estaban quedando "esas grabaciones", sin hacer ni puñetero caso a la banda que lo estaba dando todo en el escenario. Nunca lo hubiera dicho, pero echo de menos aquellos tiempos en que los fotógrafos tenían dos o tres temas para hacer su trabajo y se acabó. Y por favor, no me gustaría malas interpretaciones, conozco a mucha gente que hacen auténtica magia con una cámara en las manos (profesionales y no profesionales), y los tiros no van por ahí, creo que todos sabemos a lo que me refiero.

lunes, 4 de febrero de 2013

Clutch en Berlin, la apisonadora sónica

En una de las muchas fiestas nocturnas acontecidas en Rocksound me liaron. En eso mi colega Antonio es un auténtico experto, ¿nos vamos a ver a Clutch a Berlín en una sala? Y yo, que soy débil, que me cuesta poco liarme, y que para colmo, no los había visto nunca, evidentemente dije que sí. Al final fuimos cinco los representantes de la crew de Rocksound que viajamos a tierras teutonas para disfrutar del directo de una banda especial, uno de esos grupos inclasificables que están por encima de modas, y cuya música nos ha ido acompañando desde hace más de una década. 
Los cabrones por eso nos la jugaron bien, hacían una mini gira europea para tantear como estaban las cosas en el viejo continente, pero presentaban una nueva obra "Earth Rocker" que todavía no estaba a la venta. Nos hubiera gustado llevar el nuevo disco bien aprendido, pero nos tuvimos que conformar con meternos en vena tan sólo el nuevo single, que dicho sea de paso, ya nos sonaba como un clásico más. Más adelante, antes del verano, harán una segunda vuelta vista la buena respuesta de esta toma de contacto donde, ¡ojo!, han agotado los aforos allí donde han estado. 
El Lido era la sala, un local para unas quinientas personas perfectamente cuadrado, con buena visibilidad y un sonido de auténtico lujo. Nada más entrar, un par de nosotros decidimos vivir la experiencia en primera fila, con los americanos estampándonos todo su arsenal bien cerquita. Allí, tocando los monitores, nos plantamos y no nos movimos hasta que se apagó la última nota. Hark fueron los encargados de abrir la velada, buena banda, un power trío de puro stoner sabbathico que calentó el ambiente a base de bien, aunque yo he de reconocer que al tercer tema ya estaba pensando en los protagonistas de nuestro viaje. Por fin salen, y lo hacen en tromba con "The Mob Goes Wild", aquello se viene abajo y curiosamente el primero que me deja impresionado es el batería Jean Paul Gaster, una puta bestia parda. "Pure Rock Fury" y el primer single del nuevo disco "Earth Rocker" nos dejan extasiados. Tim Sult puede tener pinta de contable, pero es increíble el sonido que le saca a su Les Paul, y lo mismo podemos decir  del bajista Dan Maines, parece un ratón de biblioteca, tranquilo, sin moverse un ápice de su metro cuadrado, pero no se entiende el sonido de Clutch sin su portentoso bajo. ¡Brutal! Neil Fallon en cambio posee todo el carisma de los grandes frontmans, se nota su aprendizaje en la escuela del punk y del hardcore, pero verle deslizar con tanta delicadeza el slide sobre su Gibson SG nos trae a la memoria los grandes del classic rock, y esa voz amigos, esa voz es única. Van cayendo más nuevos temas, suenan que te mueres, pero cuando incorporan alguna de sus joyas el local se electrifica y las paredes literalmente sudan. "Child Of The City" casi consigue que se me partan un par de vertebras, y ni te cuento cuando cayó como un cañón "The Elephant Riders", "Immortal" y ese temazo, que no esperaba, titulado "Escape From The Prison Planet". No sólo estaban cumpliendo mis altas expectativas, es que las habían superado con creces. 
Todavía nos quedaba la sorpresa de ver a todo Dios botando como locos con "Electric Worry" (fusionada con "One Eye Dollar") para dar por finalizado un concierto prácticamente perfecto, donde una banda con dos décadas de historia, sin haber cambiado nunca uno solo de sus componentes, daban una lección magistral de como se hace música atemporal sin fecha de caducidad, una auténtica y cojonuda banda de rock´n´roll, de las mejores que puedes encontrar en la actualidad. 
Se rumorea con fuerza que en la segunda vuelta de la gira europea que están realizando puede caer España, sería poco antes del verano y en sala, el habitat natural de unos tíos que deberían ser descubiertos y degustados por todo aquel que sienta algo por la palabra rock. 
Más tarde tuvimos el placer de poder departir unos momentos con ellos en el camerino y alguno  no salía de su asombro de que cinco colgados de Barcelona hubiesen hecho el viaje tan sólo para poder verlos en directo. Como si hubiésemos tenido que ir al mismísimo infierno...